La guerra es devastación, crimen, muerte y terreno abonado para futuras violencias. Establecer límites entre lo que es lícito e ilícito en una guerra usando como frontera la noción “crímenes de guerra” no deja de ser un mecanismo de defensa de la conciencia para hacer pasar por buena la pulsión belicista. La guerra es un crimen en sí misma. Sin embargo, no puede ser reconocida como tal por quienes la patrocinan y se benefician de ella. Por eso, la legitiman invocando nobles ideales. Y, en esta justificación, la guerra puede dejar de ser lo que es para convertirse en vehículo de libertad, justicia o paz.
El aforismo “Si vis pacem para bellum” (“Si quieres la paz prepara la guerra”), acuñado en tiempos del imperialismo romano y retroalimentado por las grandes potencias hasta nuestros días, contiene un auténtico oximoron: la paz, como fin deseable, no puede proceder de un medio, la preparación de la guerra, que es su propia negación. El fin no justifica los medios. La incoherencia entre fines y medios atenta contra la razón solidaria y ampara la manipulación y el engaño.
En realidad, el aforismo en cuestión sintetiza toda una construcción ideológica en la que la paz se asocia con el mantenimiento del statu quo interior y la preparación militar frente al enemigo externo. Una construcción en la que la idea de paz se convierte en un traje a medida de los intereses dominantes en el sistema de guerra.
No. La paz no puede ser identificada con la ausencia de guerra dentro de un orden apoyado en la fuerza de las armas. Si así fuera, una sociedad fragmentada por la injusticia social, polarizada por la irrupción de discursos de odio y sometida a la censura, pero sin guerra, podría considerarse una sociedad pacífica. La “ no-guerra” es condición previa y necesaria para un sistema de paz, pero la paz se define, esencialmente, por la presencia de condiciones positivas que permitan la realización plena y efectiva de los derechos humanos.
Estamos lejos de ello. Conviene recordarlo en unos momentos en los que la Unión Europea, respondiendo a la presión del lobby armamentístico, ha apostado abiertamente por hacer resonar los tambores de guerra.
Imagen de cabecera tomada de Vatican News
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