Recientes estudios como el de Jared Diamond en su ensayo histórico “Colapso” y el de David Christian en su obra “Mapas del Tiempo” convirtieron la isla de Pascua (Rapa Nui) en referencia paradigmática del colapso de una cultura por la destrucción del ecosistema del que depende, merced a las prácticas depredadoras de la acción humana.
Rapa Nui es el nombre actual aborigen, no original, de la isla de Pascua. Actualmente es un territorio chileno, situado en el Océano Pacífico, a 3510 km de la costa sudamericana y a 2075 km de las islas Pitcairn (las más cercanas habitadas). Al tener un origen volcánico, sus suelos, por su riqueza en minerales, son muy fértiles. El clima subtropical marino aporta las lluvias necesarias para la formación de lagos de agua dulce en los antiguos cráteres de los volcanes.
La isla de Pascua fue el lugar de asentamiento más “oriental” de los navegantes polinesios que descubrieron y colonizaron, en sucesivas oleadas migratorias, la inmensa mayoría de las islas habitables (y unas cuantas no habitables) del Océano Pacífico. En Rapa Nui, los colonos polinesios establecieron una de las comunidades más aisladas de la era de las civilizaciones agrarias, entre las que se incluyen las que surgieron en torno a los valles del río Nilo, en Egipto, de los ríos Tigris y Eúfrates, en Mesopotamia, del Indo, en India y del Yangtsé, en China, y (las que surgieron en torno) a las zonas centrales de Mesoamérica y el altiplano andino en América.
Al llegar los primeros colonos, la isla disponía de extensas áreas boscosas. Había palmeras nativas pascuenses, hoy extintas, y un árbol autóctono, el toromiro de la isla de Pascua, que hoy sólo existe en jardines botánicos. Para establecer sus hogares, cultivar la tierra y obtener madera para la fabricación de objetos y herramientas, los colonos polinesios desbrozaron el bosque, iniciando un proceso de desforestación. Sin embargo, en la desforestación masiva de Rapa Nui, que no se dio en otras islas grandes polinesias como Tahití, Samoa, Hawaii o Vanuatu, intervino un elemento adicional, diferenciador, de carácter simbólico-cultural: la guerra de prestigio entre los jefes locales, que se hizo visible en la construcción de las grandes estatuas conocidas como los “moai”, por los que la isla de Pascua hoy es mundialmente conocida.
Los moai son, básicamente, representaciones escultóricas, monolíticas y antropomorfas, que representan a los antepasados de los rapanui. Son estatuas gigantescas, de decenas de toneladas de peso, de las que existen en torno a un millar, repartidas por toda la isla. En la actualidad son monumentos protegidos por el Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Esta producción escultórica monumental acabó constituyendo el germen del cataclismo civilizatorio. Para realizar estas monumentales esculturas, los isleños utlizaron las rocas de las laderas volcánicas, que luego eran trasladadas a sus emplazamientos definitivos por medio de trineos de madera, tirados por cuerdas. Este proceso de construcción, transporte y emplazamiento, unido a la necesidad de alimentar a todos los trabajadores, requería numerosos recursos, en especial, madera. La competencia desenfrenada entre clanes, buscando erigir los moai más grandes o impresionantes, acabaron por socavar la producción de recursos naturales de la isla.
Con el desastre ecológico llegaron las enfermedades, el hambre, las luchas, la muerte…el apocalipsis de una extinción anunciada, que no llegó a ser total.
El caso del colapso civilizatorio de Rapa Nui ilustra la manera en que el crecimiento económico, hoy erigido en mito sagrado del capitalismo neoliberal, puede devorar los recursos necesarios para la vida y abocar a la sociedad hacia su autodestrucción. Desconozco si los habitantes polinesios de Rapa Nui fueron conscientes de ello. Lo que hoy en día, siglo XXI, constituye la más grave de las negligencias criminales de las élites que gobiernan el mundo es: saber a ciencia cierta que el modelo de crecimiento económico, basado en la explotación de los recursos energéticos y minerales obtenidos del subsuelo y en el uso de las energías fósiles en los medios de transporte, aboca a la sociedad al colapso, por los efectos del calentamiento global, y, a pesar de saberlo, persistir en dicho modelo por los beneficios económicos inmediatos que a dichas élites genera, en perjuicio de la calidad de vida de la humanidad.
¿Qué pasó después? A lo largo del siglo XIX, los supervivientes de la debacle se vieron sometidos a la acción de los esclavistas peruanos que los forzaban a trabajar en las minas, de los misioneros católicos, que acabaron con la mayor parte de la cultura autóctona, y de los aventureros que se apoderaron de la isla, redujeron a sus habitantes a la reserva (Hanga Roa), mientras los hacían trabajar en sus plantaciones o los deportaban a otras islas del Pacífico. Llegó un momento en el que sólo sobrevivieron en la isla 111 habitantes de origen polinesio, no estrictamente rapanui, sino algunos procedentes de otros lugares, de los cuales pocos retenían suficientes retazos de su cultura nativa
Todos los habitantes polinesios de la actualidad en la isla de Pascua, descienden de estos supervivientes. En la actualidad, la población es de un poco menos de cinco mil habitantes (censo de 2009), con capital en Hanga Roa. Su principal actividad económica, aparte de un poco de agricultura y pesca, es el turismo, centrado especialmente en las visitas a los monumentos de la antigua civilización polinésica que floreció en la isla.
ANTONIO LOZANO dice
Muy interesante, profesor, gracias.
Manuel Alcón dice
Muy buen artículo Javier. Bien documentado como tú siempre sabes hacer. De paso, aprovechando un término que aparece en tu artículo, diremos que hoy en día hay muchos «moais» a los que llaman políticos pero que básicamente son los mismo.
Cristina Martín Ochoa dice
Me encanta esa pizca de audacia y metáfora. Veo ambas cosas en la comparación puesto que, aunque en esencia las luchas y las ideas que subyacen en ambos procesos de destrucción son las mismas, arrancas con tu discurso un cierto grado de nostalgia y belleza que son característicos de tu forms de escribir. Me ha encantado, Javier. Osado. Acertado.
Hannia Campos dice
Me ha encantado Javier éste post: tan instructivo! y compararando la situación actual política con la destrucción de los bienes naturales… Debería ser tema de estudio obligado en los colegios! para crear conciencia, un granito de arena para futuras generaciones… No soy tan intelectual como tus otros amigos pero doy un comentario humilde pero sincero de tu sapiencia! Bravo! Cariños Hannia!
Paco Jesús dice
Me recuerda a Carlos Taibo y su último libro «COLAPSO», dedicado al capitalismo terminal, al postcapitalismo, al ecofascismo y a la transición ecosodial.
Ya vivimos en una civilización en colapso, como la de Pascua, pero no lo sabemos, o no queremos saberlo.
Mati dice
Gracias Javi siempre interesante