
En este día de celebración y paz (Navidad del 2017) entre seres querid@s la memoria me guía hacia los más de 40 conflictos armados que siguen activos en el mundo. Por ello he querido compartir el artículo con el que inicié esta andadura como «articuleador». Fue en 2003, cuando la ciudadanía mundial se rebeló masivamente contra la «Guerra de Irak» (En realidad, una invasión). Con pasión pacifista, ayer y hoy
“La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran” Paul Valéry

Madrugada del 21 de Marzo del 2003. Se inicia la agresión militar contra la sociedad iraquí sancionada por el trío criminal de las Azores, Bush, Blair, Aznar. El ejército estadounidense siembra la destrucción. El ejército británico colabora. El australiano se “apunta al bombardeo” poco después. El contingente bélico español se complace en su papel de retaguardia. Los medios de comunicación saturan sus espacios con informaciones acerca de la guerra.

Sabemos que la cofradía de buitres que disfruta de los bombardeos y que, para desgracia de la humanidad ostenta el control sobre los medios de destrucción, buscan los multimillonarios beneficios que les puede reportar el control de las reservas petrolíferas de Iraq y el sustancioso negocio de la reconstrucción del país una vez destruido. Sabemos que los fabricantes de armas de destrucción masiva, ubicados la mayor parte en EEUU, se andarán frotando las manos con el poder de aniquilación de sus propios ingenios y la posibilidad que les brinda su utilización para la producción de otros nuevos. Sabemos que la mente megalómana del grotesco inquilino de la Casa Blanca, sueña con el control estratégico de Oriente Próximo, la protección de estados canallas como el israelí y la perpetuación de la supremacía mundial de la gendarmería estadounidense. Hay que tener morro para intentar vender a la opinión pública esta agresión como la lucha contra la dictadura del régimen iraquí, sus supuestas armas de destrucción masiva y su ilusoria vinculación con el terrorismo internacional, sin prueba alguna que lo avale, a no ser que estas pruebas sean las enmohecidas facturas que pueden obrar en los libros de contabilidad de los fabricantes de armas estadounidenses y algunos europeos cuando armaron al ejército iraquí durante la guerra Irán- Iraq.

Los promotores de la llamada 2ª Guerra del Golfo Pérsico, los que deciden, los que reducen un país soberano como Iraq a una representación cartográfica sobre la que diseñar estrategias de muerte, mienten sabiendo que lo hacen. Estos criminales de guante blanco filtran a los medios de comunicación las noticias que les interesan para no aparecer con sus manos manchadas de sangre. Inventan al enemigo, se dotan a sí mismos de una misión civilizadora que nadie les ha atribuido, presentan la guerra como el resultado inevitable de una acción preventiva frente a una amenaza que sólo existe en sus mentes paranoicas y convierten a las víctimas en el precio que es necesario pagar. Cuando dicen que desean que el número de víctimas sea el menor posible y exhiben este argumento como si se tratara de un gesto humanitario, lo que en realidad están diciendo es que la vida humana no tiene la menor importancia si la muerte visita sólo a unos cuantos. Por mucho que intenten disimularlo, en sus planteamientos subyace un absoluto desprecio por la vida humana. ¿No es esto terrorismo y de la peor especie?


Pero, afortunadamente, se encuentran con una población cada vez más formada, más curtida en el secular engaño de los de siempre. La verdad no puede ser derrotada. Así lo ha demostrado la ciudadanía al movilizar sus energías bajo la bandera de la paz, el progreso y la justicia. La avidez manipuladora de los que sólo pierden el sueño cuando las cuentas de sus poderosas finanzas ofrecen pérdidas no puede frenar el natural impulso del corazón humano a latir, a ponerse en movimiento cuando la injusticia, la represión, la mentira o el crimen se manifiestan de forma patente. En la era de la globalización los gritos de protesta procedentes de todo el mundo se dan la mano. No me cabe la menor duda de que la gente seguirá cortando las alambradas tras las que se parapetan los responsables de la guerra. La verdad estará siempre presente. El cretino de Bush y sus ridículos vasallos, como el presidente del gobierno español, el de “la derecha sin complejos”, lamentarán haber vertido basura en nuestro verde jardín.

Deja una respuesta