
Vox no se reconoce como una agrupación fascista, pero la “lona del odio” que el pasado 17 de Junio desplegó en un edificio céntrico de Madrid y que permaneció expuesta diez días certifica que lo es. A partir de la imagen central de la pancarta, que constituye una clara muestra de violencia simbólica, paso a enumerar algunos de los rasgos que definen al fascismo.
EL FASCISMO ES:
– Apropiarse de la bandera de España.
– Usar la bandera como licencia para odiar, sin sentimiento de culpa, y arrojar a la fosa común lo que el propio fascismo señala como amenazas a extirpar.
– Definir España, no por sus habitantes, sino en función de unas señas de identidad excluyentes procedentes de tiempos lejanos.
– Entender España como un proyecto histórico, identificado con el “espíritu nacional”, que, según parece, ya estaba en la mente de don Pelayo, supuesto superviviente de la monarquía visigoda, y que después de pasar por las “gestas heroicas” de El Cid, los Reyes Católicos, Hernán Cortés y Franco, llega a Vox para que la formación le de continuidad guerreando contra los infieles de la “dictadura progre”.

– El fascismo es invocar valores patrióticos para demonizar al progresismo, estigmatizar la diversidad afectivo-sexual y criminalizar a los inmigrantes pobres.
– Es llamar al feminismo ideología de género o supremacismo “feminazi”; a la defensa del medio ambiente, fanatismo climático; a la lucha en pro de los derechos humanos, marxismo cultural; a cualquier propuesta orientada a una redistribución de la riqueza, comunismo y al independentismo catalán, golpismo. Es asociar al movimiento LGTBI+ con la destrucción de la familia, a la Agenda 2030 con una conspiración de las élites globalistas, que nadie sabe dónde están, y a la “okupación” con el princpal problema de la vivienda en el país.
– En definitiva, el fascismo es impugnar la democracia como espacio identificado con los derechos humanos y, en paralelo, apostar por un marco político en el que la explotación del miedo y el odio se camuflen como defensa de los valores patrióticos. Hay una realidad de fondo: los derechos humanos requieren recursos para su realización plena y efectiva y, por tanto, que la gran empresa cumpla con su función social, algo que los dueños del dinero no están dispuestos a aceptar de buen grado. En este marco, el fascismo (Vox) opera como la fuerza de choque que resulta funcional a las élites económicas para salvaguardar sus intereses. Así de claro.
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