No hay edad para leer un cuento, ni cuento que no pueda ser leído a cualquier edad. Siempre me han gustado los cuentos y descifrar sus moralejas. A veces no es tan sencillo. En una conversación sobre meritocracia, salió a relucir este cuento que hace muchos años escuché en una inolvidable sesión de narración oral. ¿Qué moraleja podría deducirse del mismo?
EL ERUDITO Y EL BARQUERO.
Cuenta la historia que un hombre erudito, que se creía muy sabio, necesitaba cruzar un gran lago para ir al otro lado. El erudito contrató los servicos de un barquero. Ambos se subieron a la barca. El barquero comenzó a remar.
Al cabo de un rato el erudito preguntó al barquero: “Dime amigo, ¿Qué conocimientos tienes de la vida,?”, a lo que el barquero contestó: “Soy un hombre con poca instrucción, tan solo se remar y nadar”. El erudito se sorprendió con la respuesta.
Con aire de superioridad, volvió a preguntar al joven: “¿No conoces la filosofía?”. El barquero respondió: “Mi familia era pobre y no pude de ir a la escuela”. “Como no sabes nada de filosofía”, añadió el erudito, “has perdido una cuarta parte de tu vida”.
Posteriormente el erudito formuló una segunda pregunta: “¿Sabes algo de las leyes de la física que gobiernan el mundo?”. El barquero contestó: “¡Física!, ¿qué es eso?”, a lo que el erudito añadió: “Si tampoco sabes nada de la física has perdido dos cuartas partes de tu vida”.
El supuesto sabio formuló una tercera pregunta: “¿Conocerás las matemáticas, la ortografía, la gramática?”. El barquero respondió que no. A lo que el erudito añadió: “Amigo mío, veo que has perdido tres cuartas partes de tu vida”.
A todo esto y mientras mantenían la conversación se había originado un remolino de agua. La barca se descontroló, se precipitó contra unas rocas y empezó a hundirse en el agua. Rápidamente el barquero se lanzó al agua, empezando a nadar en dirección a tierra firme. El erudito no supo qué hacer.
El barquero gritó al erudito: “Señor filósofo, ¿sabe usted nadar?” El erudito contestó: “No, no sé”, a lo que el barquero contestó: “Pues va usted a perder las cuatro cuartas partes de su vida”
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