El desfile militar del 12 de Octubre de 2017 en Madrid, en conmemoración del Día de la Fiesta Nacional de España, contó con un millar de soldados más que en 2016, efectivos de la Policía Nacional, que participaba por primera vez en 30 años y un aumento sustancial en el despliegue de vehículos y aeronaves. El rey Felipe VI quiso además rodearse para el evento de todos los referentes “constitucionalistas” del Régimen del 78. Sin duda, una representación de unidad institucional frente al desarrollo alcanzado por el procés soberanista en Cataluña.
Un año después, el despliegue militar ha seguido en la misma tónica, con la incorporación «novedosa» de efectivos pertenecientes a Protección Civil y Salvamento Marítimo y un coste similar de 600.000 euros, en números redondos.
La elección del 12 de Octubre como el Día de la Fiesta Nacional tiene su periplo histórico. Formó parte del calendario festivo de la dictadura, primero como Fiesta de la Raza y, a partir de 1958, como Fiesta de la Hispanidad y se mantuvo en democracia, primero como Fiesta Nacional y Día de la Hispanidad (1981) y luego como ‘Fiesta Nacional de España’. Se impuso su permanencia, con maquillaje retórico, frente a quienes defendían para la celebración el 6 de Diciembre de 1978, día de la aprobación la Constitución española en referéndum, algo que parecía más lógico.
Como en tantas otras ocasiones en la política española, se impuso el nacionalismo español, el que no se deja ver, pero está, y muy arraigado además, plenamente reconocible en la idea que identifica la nación española con una realidad “única e indivisible”, heredada de tiempos remotos, previa a la soberanía popular y, por tanto, inalterable, que tiene en el ejército el aval de su integridad territorial y en el imperio su pasado glorioso.
Frente a esta concepción puramente ideológica, no esté de más acudir a la historia, como ciencia social aclaratoria y no como construcción simbólica del poder establecido.
El 12 de Octubre se conmemora el día en que la flota de tres carabelas al mando de Cristóbal Colón llegó a la isla de Guanahaní, en Las Bahamas. El viaje formaba parte del proyecto colombino, avalado por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, de abrir una nueva ruta para el comercio de especias navegando hacia el Oeste, por el Océano Atlántico. El patrocinio monárquico, sin embargo, no autoriza, históricamente hablando, a considerar el proyecto como una empresa española. El matrimonio de los Reyes Católicos sólo fue la unión dinástica de dos coronas, dictada por los intereses geopolíticos del momento (rivalidad imperialista Castilla-Portugal), en absoluto una unión de pueblos. Tanto el reino de Castilla como los territorios integrantes de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares) continuaron manteniendo sus propias instituciones de gobierno, esencialmente distintas e independientes entre sí. En este contexto, la expansión atlántica inaugurada por Cristóbal Colón fue una empresa sólo de la Corona de Castilla, que, de esta forma, culminaba un período político expansionista. El expansionismo de la Corona de Aragón miraba al Mediterráneo. Por tanto, desde una perspectiva histórica, convertir el plan de Cristóbal Colón y de la monarquía hispánica en referentes históricos de la nación española es, cuando menos, una tergiversación. De la unión política de dos casas reales no puede derivarse una construcción nacional.
¿Qué es, por tanto, lo que quiere mostrarse, es-ce-ni-fi-car-se, haciendo del 12 de Octubre la Fiesta Nacional? Muy sencillo: asociar la idea de España como “gran nación” al recordatorio de una “gesta imperial”, testimonio de un pasado supuestamente heroico, para que sirva de fundamento al orgullo nacional y actúe como elemento legitimador de la unión territorial-estatal por encima de la convivencia ciudadana. De ahí, la reducción de la festividad a la exhibición militar y a la recepción real. Muy democrática…, la teatralización.
Por otra parte, la fecha elegida, no solo se asienta en la falsedad histórica de situar el fundamento de la nación española en el reinado de los Reyes Católicos (el mantra de los 500 años de historia) sino que, además, colisiona con principios básicos de inclusión social y solidaridad entre los pueblos, algo que debería regir este tipo de celebraciones. La empresa comercial del “descubrimiento” dio origen a uno de los grandes genocidios (exterminio directo) y etnocidios (aniquilación cultural) de la historia universal, fruto del dominio colonial sobre poblaciones indígenas y africanas, que sufrieron en carne propia la explotación, la esclavitud, el expolio y el crimen. Sin duda, no es una fecha que pueda ser celebrada desde la solidaridad, el reencuentro y el compromiso con los derechos humanos. En este caso, el nacionalismo español está claramente alineado con el propio de las grandes potencias coloniales, asentado en la creencia de la superioridad de los valores étnicos o culturales asociados a la propia nación frente a “los otros”, los subordinados. Y es que, el nacionalismo esencialista, conservador, «derechista» es, por naturaleza, excluyente. Que se oculte, por inconfesable, como ocurre en el caso español, refuerza su capacidad de dominio. Un grave problema político.
PD.- Noticia de la cadena SER (Octubre-2017)
El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha retirado su propuesta de incluir el nombre de Rigoberta Menchú, defensora de los derechos humanos y Premio Nobel de la Paz, en el callejero de la ciudad en sustitución de Fernández Ladreda, ministro de Obras Públicas con la dictadura franquista. La razón esgrimida por el alcalde ha sido la controversia generada por un tweet en el que la líder indígena guatemalteca condenaba la represión policial del 1 se Octubre en Barcelona.
Sin comentarios.
CRISTINA MARTÍN OCHOA dice
A los que amamos la lectura se nos escapa la vida entre palabras: palabras que cuentan, palabras que dicen, palabras que suenan con un sonido especial allá en el fondo del alma. No en vano, las palabras tienen sonido «per se». La mayor parte de las veces esas palabras cuentan una historia. Y suele ocurrir que la historia sea buena pero esté mal contada. Nos deleitamos con los argumentos, peor no bailamos al son de la literatura que debería acompañar a todo proceso mental.
Mil veces te he dicho lo que pienso de tus escritos, de tus opiniones….
Voy a decírtelo una vez más, con respecto a este sorprendente, breve y denso artículo.
Sorprendente porque nos dejas ver cómo estructuras tu mente para crear una narración con la configuración de una trabajo de investigación. Eres capaz de hacer que un gran, difícil y largo trabajo de elaboración, parezca un relato fácil. Sorprendente porque lo que en un principio parecía requerir mayor espacio, tú lo reduces a unos cuantos segundos de verdadera música, a la síntesis de unas ideas clarísimas que llegan a cualquiera (bendita alma de «profe»).
Breve porque no debes ser tan parco. Necesitamos más. Yo quiero seguir bailando contigo… allá en el fondo de mi mente.
Denso porque en la brevísima narración que haces, dices demasiado.
Por cierto, única alusión crítica al inefable discurso de Vargas LLosa, que me haya merecido la pena.
Me quito el sombrero.
Ismael dice
Gracias Javier por tu artículo, es muy esclarecedor. El término del Estado Español no nace oficialmente con la unión de los Reyes Católicos. El Reyno de España como término fundacional del Estado aparece con la llegada del primer Borbón en 1700, Felipe V. Castilla a la larga fue España y la lengua castellana se extendió a ultramar. Pero ¿porqué no siguió con su propia denominación y tuvo que cambiarse a aquella de origen romano? ¿Acaso a la Iglesia y a la nobleza les convenía que la prolongación de Castilla fuese España? O se necesitaba desarrollar una identidad que sustituyera al de las las naciones ocupadas. Esta recién apareció en la guerra de la independencia contra Francia; ahora se trataba de españoles contra franceses, ya no de cristianos contra infieles.
JAVIER SEGURA dice
Muchas gracias por tu comentario