A pesar de las evidencias que confirman su negligencia en la gestión de la DANA en Valencia y de la movilización social que exige su dimisión, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, ha fiado su continuidad en el cargo a la formación del nuevo Consell, presentado el pasado 26-11-24 y calificado por él mismo como “de la reconstrucción”. La remodelación incluyó la creación de una vicepresidencia teóricamente encargada de coordinar la recuperación de la provincia de Valencia, para la que Manzón nombró a un militar en la reserva, el ex-teniente general Francisco José Gan Pampols.
El nombramiento en cuestión contiene un mensaje de fondo que remite al mito, bastante arraigado en el “país profundo”, de que, ante situaciones excepcionales, los políticos no sirven y es necesario echar mano de una autoridad supuestamente neutral y ajena a los intereses partidistas, como la que pueda representar un alto mando militar. El propio Gan Pampols lo expresó claramente al declarar, inmediatamente después de hacerse pública su designación, que no admitiría “directrices políticas para una labor que es puramente técnica”. Un discurso funcional para quienes pretenden encubrir intereses privados presentando las decisiones sobre asuntos públicos como decisiones técnicas. Desde luego, no hay peor política que la que no se reconoce como tal.
En un plan de reconstrucción tras una catástrofe, como la provocada por la DANA en Valencia, las decisiones que puedan adoptarse sobre dotaciones presupuestarias para la reparación de viviendas e infraestructuras, adjudicaciones de contratos o mecanismos de prevención de riesgos son esencialmente políticas, ya que implican definir prioridades y establecer criterios para la distribución de recursos.
Es, por tanto, una cuestión política que el nuevo Consell de la Generalitat, con Mazón al frente y el ex-militar Pampols como mascarón de proa, haya avalado la adjudicación de la mayor parte de los contratos de urgencia para la reconstrucción a empresas implicadas en las tramas de corrupción del PP (Taula y Gúrtel). También es una cuestión política que haya incluido de tapadillo en un decreto para afrontar la DANA una disposición para eliminar los límites en los sueldos de consellers y secretarios autonómicos. Son cuestiones políticas, pero que remiten a la más fea de todas las políticas posibles: la que aprovecha las necesidades de reconstrucción tras una tragedia para repartir prebendas clientelares. Hay que tener morro para iniciar un mandato impulsando estas medidas y, al mismo tiempo, pretender proyectar la imagen de un gobierno con carácter técnico.
En la cabecera del post, ilustración de Paco Roca en homenaje a las personas damnificadas por la DANA
Mati dice
Gracias Javi, «hay que tener morro», más de lo mismo en el PP y su actuación ante las desgracias cuando están en el poder.
Un abrazo