
Cuando Miguel Tellado, Secretario General del Partido Popular, dijo «Aquí podemos empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos de un Gobierno que nunca debió haber existido» sabía perfectamente lo que decía. No fue una ocurrencia inocente. Tellado puede ser una macarra o un matón; pero conoce muy bien el lodazal en el que se mueve.
Su mensaje, nacido de la estrategia del odio, contenía una clara intención subliminal: utilizar la memoria democrática de los represaliados por la dictadura franquista como arma arrojadiza contra el Gobierno de Pedro Sánchez; lanzar un guiño a la ultraderecha ibérica que nunca ha roto sus lazos con el legado de la dictadura; y provocar una reacción que permita presentarse a los del PP como víctimas de un gobierno que, según ellos, busca la crispación utilizando a Franco como comodín.
Un modus operandi muy parecido al del del maltratador. Atacar primero y victimizarse después. En resumen, un ejercicio de terrorismo verbal que constituye una afrenta a la verdad, la memoria democrática, y a la propia democracia. Que los del PP no se hagan los inocentes.

Represión franquista en Badajoz durante la Guerra Civil Española (1936-39)


No volverán a pasar.
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