Según el marco ideológico de la derecha que encarnan el PP y Vox, ser progresista o de izquierdas equivale a ser anti-español. Es una contraposición que nada dice de lo que es España ni del contenido real del progresismo, pero que, si se hurga bajo la superficie, revela que lo que la derecha presenta como un proyecto nacional es, en realidad, un proyecto identitario.
En efecto, para esta derecha la nación no se define por quienes la habitan, sino por unas señas de identidad, supuestamente arraigadas en tiempos remotos, que permiten distinguir entre buenos y malos españoles y señalar a “la izquierda” o el progresismo como un peligro que amenaza a la nación. Una cosa es el derecho a la identidad colectiva y otra que la identidad se pervierta convirtiendo la idea de España en artefacto ideológico para excluir a los que no responden al cliché de “lo español”.
Esta construcción identitaria excluyente, que alienta un ambiente permanente de confrontación política, no es sólo un asunto de este país. Constituye el eje que vertebra el relato de la ultraderecha global, desde Trump hasta Aznar, que busca desplazar los derechos humanos, columna vertebral del progresismo, y promover en su lugar la primacía de la nación como identidad reducida a su esencia reaccionaria.
Este paradigma nacionalista resulta funcional a las élites, fundamentalmente económicas. Permite desviar el foco de los problemas que genera el poder económico (desigualdad, degradación medioambiental) para situarlo en un falso antagonismo (Izquierda o Nación/Izquierda o España) que pretende deslegitimar todo proyecto que ponga en el centro los derechos humanos y, por tanto, limite privilegios. En el fondo, hay una realidad que se pretende camuflar: los derechos humanos requieren recursos para su realización plena y efectiva y, por tanto, suponen un coste, bien sea en forma de fiscalidad progresiva o de cumplimiento de la función social de la propiedad, que los dueños del dinero, con el PP y Vox como delegados naturales, no parecen dispuestos a pagar. La defensa de los «valores patrióticos» es la pantalla.
No, no se trata con este post de cargar las tintas contra la derecha sin más. De lo que se trata es de señalar el interés en patrimonializar la idea de España y en trastocar el significado real del progresismo para defender intereses ajenos a un proyecto inclusivo de país. Y eso, objetivamente, está en el lado derecho de la historia. El “aznarismo”, el “ayusismo”, el “abascalismo” y el “feijoísmo” están en ello. La objetividad no está en la neutralidad o la equidistancia.
PD1.- En este post me refiero en exclusiva al concepto de identidad nacional propio del nacionalismo de Estado de corte esencialista/conservador/reaccionario. Hago abstracción, por tanto, del nacionalismo cívico que reivindica los derechos nacionales internos.
PD2.- El proyecto progresista, basado en la identificación de la democracia con los derechos humanos, conforma un proyecto nacional real, contrario a un plan identitario, como el que las formaciones ultraderechistas defienden.
PD2.- La idea excluyente de España frente a judíos, masones , izquierdistas o separatistas está en el origen del golpe de Estado militar que dio origen a la Guerra civil española. Debería ser suficiente recordarlo para sacar algunas conclusiones.
La imagen destacada es obra de Nicolás Aznárez.
Fernando MJ dice
Me pregunto si Feijoo y adláteres tuvieran el decoro de leer este artículo, todos ellos serían capaces de reconocer que no lo han entendido… ¿Y la Ayuso? Eso ya ni me lo planteo, cuando un día tuvo el cuajo de decir: «O cañas o comunismo». Semejante carga ideológica debió de dejarla sin recursos mentales, no sé si ya para toda su carrera política, dadas las veces que se repite.
Muy bien escritas y muy bien planteadas tus ideas en este post, Javier, como en todo lo que escribes. No te rindas. A la derecha ni le valen ni le valdrán nunca, siquiera a modo de reflexión, porque de otro modo no recurriría tanto al bulo y a la mentira. A todos a los que nos gusta intentar descubrir el trasfondo real de lo que se ve, se hace y se dice en política, sí nos vale.., a mí por lo menos. Gracias.
JAVIER SEGURA dice
Gracias, Fernando.