LA INFANCIA EN EL MUNDO.
El 20 de noviembre Naciones Unidas celebra el Día Universal del Niño, fecha en la que la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959. Millones de niñ@s del mundo ni siquiera saben de su existencia. En el mundo de hoy, siguen en pie todos los obstáculos que impiden a l@s niñ@s ejercer su derecho… a ser niñ@s.
Tod@s l@s niñ@, por el hecho de serlo, tienen derecho a la seguridad, a la integridad física y moral, a la salud, a la educación y al crecimiento personal y social que proporcionan los juegos, no solamente porque lo diga la ONU, sino porque forman parte de las condiciones necesarias para el pleno desarrollo de la personalidad.
Estas condiciones son sistemáticamente mancilladas en un mundo gobernado por la codicia del fuerte frente al débil, fracturado por desigualdades lacerantes y desgarradoras discriminaciones por motivos de raza, origen étnico, género, lugar de nacimiento o por el hecho de sufrir de alguna discapacidad o vivir en medio de la pobreza, un cúmulo de injusticias de las que las víctimas más vulnerables son los niñ@s.
Privad@s de sus derechos, millones de niñ@s en todo el mundo se ven atrapados en un interminable ciclo de desventajas e injusticias que pasan de generación en generación impidiendo o poniendo en riesgo el desarrollo futuro de las sociedades.
Para hacer realidad los derechos humanos, hay que romper el círculo.
Quisiera acompañar lo dicho con dos bellas historias del maestro Eduardo Galeano.
VENTANA SOBRE LA LLEGADA
El hijo de Pilar y Daniel Weinberg fue bautizado en la costanera. Y en el bautismo le
enseñaron lo sagrado.
Recibió una caracola:- Para que aprendas a amar el agua.
Abrieron la jaula de un pájaro preso:
– Para que aprendas a amar el aire.
Le dieron una flor de malvón:
– Para que aprendas a amar la tierra.
Y también le dieron una cajita cerrada: :
– No la abras nunca, nunca. Para que aprendas a amar el misterio.
Eduardo Galeano. “Las palabras andantes” 1993
PÁJAROS PROHIBIDOS
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen en la entrada de la cárcel.
El domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en la copa de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas.
—¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar:
—Ssshhh.
Y en secreto le explica:
—Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.
(Eduardo Galeano 1940)
Sofía dice
Muchas gracias por tu post. Saludos.