En Junio de 2009, el presidente constitucional de Honduras; Manuel Zelaya, fue destituido por un contingente de militares hondureños y obligado a abandonar el país. Fue el primer episodio significativo de la “guerra híbrida” desatada contra los gobiernos progresistas de la «década dorada» de América Latina, que ha tenido un último colofón, de momento, en el reciente golpe cívico-militar contra el gobierno de Evo Morales en Bolivia.
El asunto no recibió entonces el más mínimo interés mediático. Al fin y al cabo, Honduras es un país pequeño, sin reservas de petróleo ni de minerales estratégicos.
Tras el golpe de Estado, el gobierno derechista de Honduras, al son de la Casa Blanca, impuso en el país la agenda neoliberal con todas sus consecuencias, promoviendo mega-proyectos extractivistas a costa de los bienes comunes de la tierra y el agua, las comunidades indígenas, los afrodescendientes y los pequeños agricultores.
Berta Cáceres, activista medioambiental, feminista y reconocida líder de la comunidad indígena lenca, se dio a conocer internacionalmente por su campaña para detener la construcción de la presa hidroeléctrica Agua Zarca, concedida a la empresa privada DESA, y la consiguiente privatización de las aguas del río Gaulcarque, sagrado para el pueblo lenca. Y pagó por ello. Fue asesinada el 3 de Marzo de 2016, después de años de amenazas y hostigamiento contra ella y su familia, procedentes, según lo expresado por la propia Berta Cáceres, de DESA y de las fuerzas de seguridad del gobierno que protegían el proyecto de la empresa. Dos semanas después, su colega Nelson García era también asesinado.
Cuatro años después, los directivos de DESA siguen sin ser imputados por la justicia hondureña.
El caso de Berta Cáceres no es un caso aislado. Defender los derechos humanos y, entre ellos, el derecho a la tierra, se paga con la vida en muchos lugares del mundo. Y, en este “ranking”, a Honduras le corresponde tener el mayor índice de homicidios de activistas ambientales del mundo; 31 sólo en lo que va de año, según las cifras de la ONG Front Linde Defenders, fundada en 2001 en Dublín con la misión específica de proteger a los defensores de los derechos humanos.
Parece ciencia ficción, pero es verdad: el neoliberalismo, mata.
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