La condición humana moderna nació, tras milenios y milenios de evolución, cuando la inteligencia de nuestros primeros ancestros, los primeros «sapiens», “dio el salto” desde su función como herramienta de supervivencia hasta un nuevo tipo de conciencia, la de ser conscientes de la propia existencia, más allá del «aquí» y del «ahora». A buen seguro, en este paso fundamental intervino, de manera relevante, la asociación que los primeros humanos modernos hicieron de experiencias anímicas, como el sueño, con la existencia de un mundo no tangible pero “real”. Fue la gran revolución cognitiva que dio origen al lenguaje simbólico e hizo posible la comunicación de significados e ideas abstractas y, consiguientemente, la transmisión del patrimonio cultural a través de las generaciones.
Con la revolución cognitiva las puertas de la mente humana quedaron abiertas a las grandes preguntas sobre el origen del cosmos y del ser humano, sobre los misterios de la procreación y de la muerte. De la necesidad de respuestas surgió la distinción en el entendimiento humano de la doble dimensión física y espiritual del mundo que, a partir del ciclo histórico iniciado con la invención de la escritura, se configuró en las dos grandes visiones consagradas a la explicación de los fundamentos de la existencia: la religión y la ciencia. Ambas se distinguen por el diferente rol atribuido a la divinidad y al ser humano en el origen del conocimiento. Mientras que para el pensamiento religioso la revelación divina constituye la fuente primigenia del mismo, al que se accede mediante la creencia en la palabra sagrada, el pensamiento científico parte del principio de la capacidad del ser humano para conocer las leyes que gobiernan el mundo mediante la sabia combinación de la observación, la experiencia y la razón.
En las primeras civilizaciones agrarias de Egipto, Mesopotamia, India China y América precolombina, organizadas en torno a la sanción sagrada de la jefatura política y la jerarquía social, la ciencia formaba parte del amplio espacio religioso en el que la sociedad vivía inmersa. Las lecciones obtenidas de la observación astrológica, reservada a la casta sacerdotal, sirvieron para la elaboración de las grandes cosmogonías en que el orden terrenal se correspondía, en su estructura piramidal, con el orden celeste.
En el Occidente cristiano, el pensamiento científico, libre de connotaciones religiosas, tuvo que liberarse del yugo de la censura y la represión impuestas por los ministros de la fe cristiana, en particular de la Iglesia católica, temerosos de que la ciencia dejara al descubierto que podía prescindirse de la divinidad para explicar el mundo, lo que ponía en cuestión su poder sobre las conciencias.
Dos ejemplos emblemáticos ilustran este proceso: 1) La enunciación por Nicolás Copérnico del modelo cosmológico heliocéntrico, posteriormente defendido por Galileo Galilei, en sustitución de la teoría geocéntrica del cosmos, vigente durante la Edad Media en el Occidente cristiano. 2) La formulación por Charles Darwin de la teoría de la evolución por selección natural, que explica el origen de las especies.
En el primer caso, la concepción heliocéntrica del cosmos hubo de enfrentarse a la interpretación literal de los textos de la Biblia que presentaban la Tierra inmóvil y el Sol moviéndose a su alrededor. La divergencia entre ambas visiones condujo a que la Iglesia condenara el sistema copernicano y, más tarde, obligara a Galileo a retractarse públicamente para salvar su vida. En el segundo, la idea de Darwin sobre el origen de las especies, incluyendo la especie humana, desde unos primeros seres vivos, mediante el mecanismo de la selección natural colisionaba directamente con el relato bíblico de la Creación, en el que las especies de animales y plantas son creadas por Dios de manera independiente y el ser humano, a su imagen y semejanza.
Tanto la teoría heliocéntrica del Cosmos como la de la evolución supusieron auténticos desafíos al ideario confesional dominante. Nicolás Copérnico hubo de presentar su propuesta como una mera hipótesis para eludir el castigo y Charles Darwin no presentó su obra hasta que no estuvo seguro de hacerlo en las condiciones más idóneas. Pero la verdad científica se terminó imponiendo.
Como no podía ser de otra forma, la jerarquía eclesiástica no ha tenido más remedio que asumir las certezas derivadas de los descubrimientos científicos. Así, a medida que la ciencia ha ido comiendo el terreno a las «verdades reveladas» la clerecía ha reculado hacia el dogmatismo moral. Pero, eso ya es otra historia.
ana dice
No se a que te refieres cuando hablas de «la condición humana moderna»,tras referirte a los miles y milesde años de la existencia humana. Supongo que te referirás a la aparición del homo sapien, sapiens; pero ya el homo neandertal ,parece que tenía un pensamiento simbólico y enterraa a sus muertos con pretensiones de supervivencia. La afirmación de que los sueños sirvieran para concienciarlos de otros mundos o realidades ¿alternativas, superiores, paralelas?llámalas como quieras, y para que adquirieran conciencia de su individualidad, no deja de ser una conjetura…Además aún no hay nada que se pueda asemejar a la ciencia. Existe un mundo incomprensible lleno de misterio y poblado de seres tan vivos como los habitantes de las hordas primitivas, desde las rocas, el agua , las nubes… todo tiene vida y los seres humanos se identifican con esa realidad, ellos son avestruces ,cocodrilos, cacatuas, lobos y sus clanes posteriores adoptan esos nombres y se consideran descendientes de esos seres. Aún serán necesarios muchos milenios, para que, timidamente comience a aparecer , con el trabajo productivo los primeros rudimentos de la ciencia y a desarrollarse lentamente con las grandes culturas fluviales. Grecia verá ,ya en la época arcáica el nacimiento de una ciencia (sin las muletas de la religión.
JAVIER SEGURA dice
Muchas gracias Ana: Tengo en cuenta todo lo que dices. La intención del texto era señalar la diferencia ciencia religión en cuanto al origen del conocimiento y sirva de introducción al próximo post en la categoría de Historia que versará sobre Darwin. Un saludo
Ona dice
Gracias por tu aportación. Feliz semana.
Triana dice
Un post muy interesante. Gracias por la ilustración. Reciba un cordial saludo.