La guerra constituye un fenómeno único en la historia humana, tanto por la cantidad de recursos que absorbe en su preparación como por la devastación humana que ocasiona. Es, sin duda, la manifestación más trágica y criminal en que puede desembocar cualquier conflicto y, por tanto, la negación más flagrante de un sistema de paz.
Toda guerra obedece a una lógica, una lógica que puede llegar a ser la más terrorífica encarnación de la perversidad, pero una lógica al fin y al cabo, que hunde sus raíces en los desequilibrios en la distribución del poder y los recursos. Desentrañar y desmantelar esta lógica es condición necesaria para prevenir, evitar o poner fin a un estado de guerra. Precisamente por ello, es en la guerra donde se hace particularmente indispensable garantizar el derecho de la población a una información veraz.
Sin embargo, no ocurre así. Cuando llega la guerra, la verdad es postergada por la propaganda. La propaganda, convertida en actividad industrializada desde fines del siglo XIX, es la encargada de ocultar las razones que explican el conflicto bélico y de involucrar a las poblaciones en la dinámica de la contraposición belicista amigo-enemigo. Así, los verdaderos responsables quedan a buen recaudo.
La paz no es sólo la ausencia de guerra. Si fuera así, una sociedad fragmentada por la injusticia social, polarizada por la irrupción de discursos de odio y sometida a la represión, pero sin guerra, podría considerarse una sociedad pacífica. La “ no-guerra” es condición previa y necesaria para un sistema de paz, pero la paz se define también por la presencia de condiciones positivas que fundamenten la promoción de un orden social centrado en la distribución y el control equitativos del poder y los recursos.
Francisco Jesús García dice
Es en ese marco teórico en el que habría que fundamentar cualquier análisis sobre el hecho concreto de la guerra en Ucrania.
Eso, sin embargo, se hace muy difícil precisamente por que los dos pilares básicos (orden social centrado en la distribución y el control equitativos del poder y los recursos y derecho de la población a una información veraz) no es que se dinamiten en un momento de conflicto como el actual, sino que no existían antes tampoco.
En efecto, hay dos hechos objetivos que si no se tienen en cuenta es imposible entender nada.
Uno: la crisis energética que lleva años agravándose y que probalemente ha entrado ya en su fase final ( https://youtu.be/g6vMxOBgsMM ).
Dos: el deterioro de la calidad democrática -si es que alguna vez la hubo- de los sistemas de representación parlamentaria y, como se comenta en el post, el control absoluto de los medios de comunicación ( https://www.youtube.com/watch?v=g6vMxOBgsMM ) desde luego en tiempos de guerra, pero también y fundamentalmente en los intervalos de no-guerra.
El conflicto alrededor del Dniéper no es el primero y no será el último fruto de esos dos factores.