
El pasado 17 de mayo, mientras el Ejército israelí, bajo las órdenes del gobierno de Netanyahu, intensificaba su ofensiva final sobre Gaza — bombardeando civiles, utilizando el hambre como arma de guerra y avanzando hacia una ocupación total de la Franja —, millones de personas se sentaban frente al televisor para asistir a la retransmisión de la gala de Eurovisión. Israel no solo participó con una canción que apelaba a la llegada de un nuevo día, sino también desde la posición de poder que le otorga el patrocinio del festival a través de una de sus empresas, Moroccanoil.
En este contexto, quienes rompieron el silencio de Eurovisión sobre la catástrofe humanitaria en Gaza fueron desautorizados por la organización y sectores de la ultraderecha proisraelí con el argumento comodín de “hacer política”.
Desde luego, no hay peor política que la que no se reconoce como tal:
– Que un Estado como Israel utilice un festival de música como plataforma propagandística para blanquear un genocidio, es política.
– Que un organismo estatal israelí impulse una campaña digital para favorecer con el televoto a su representante, es política.
– Que los promotores y organizadores del festival apliquen un doble rasero — vetando a Rusia por la intervención bélica en Ucrania y permitiendo la participación de Israel a pesar del genocidio — , es política.
Denunciarlo y cuestionar la participación de Israel en Eurovisión también es política.
La política está siempre presente en la vida colectiva, de forma explícita o implícita. No tomar partido es, en sí mismo, una forma de tomar partido. Ante un genocidio como el que está teniendo lugar en Gaza, la neutralidad es complicidad con el agresor. Por ello, se impone reivindicar la buena política, la que pone en el centro la dignidad y los derechos humanos.
Tras el obsceno espectáculo de Eurovisión, algo parece haberse movido: se empieza a hablar de embargo de armas, de revisar acuerdos, de poner límites. Ya veremos si es otro gesto vacío o el principio de un cambio real.
En el encabezado, imagen tomada de Público.es — «Requiem por Gaza», Eneko,
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