
El pasado martes 18 de febrero, los jefes de la diplomacia rusa y estadounidense se reunieron en Riad, capital saudí, para iniciar negociaciones sobre el futuro de Ucrania. La escenificación del encuentro envió un claro mensaje: la resolución de la guerra será el resultado de un acuerdo entre superpotencias, del que quedan excluidas tanto la Unión Europea como la propia Ucrania.
Unas observaciones al respecto:
1) La llamada Guerra de Ucrania fue, desde el principio, una confrontación geopolítica entre Estados Unidos, al frente de la OTAN, y Rusia, en la que Ucrania desempeñó el rol de víctima propiciatoria y la Unión Europea actuó como comparsa de los intereses estadounidenses.
2) La guerra no comenzó el 24 de febrero de 2022 con la invasión del territorio ucraniano por parte del Ejército ruso, como señala el relato occidental. Para entender el contexto en el que se gestó la invasión hay que considerar dos factores. En primer lugar, la voluntad de Estados Unidos de consumar la expansión de la OTAN hasta las fronteras rusas incorporando a Ucrania, algo completamente inaceptable, por razones de seguridad nacional, para el Kremlin. En segundo lugar, el golpe de Estado de 2013/2014, orquestado por los servicios secretos estadounidenses, que derrocó al gobierno prorruso de Kiev y lo sustiyuyó por un gobierno pro-atlantista, el cual inició una guerra civil contra las poblaciones rusófonas del Donbass declaradas en rebeldía.

Expansión de la OTAN hacia el Este, desde 1949 a 2022
Un inciso: no se trata de justificar una cruel invasión, sino de aportar elementos para comprender su origen.
3) Desde que estalló en 2014, la guerra civil en el Donbass fue sistemáticamente silenciada por la prensa occidental. Los intereses mandan: ni Estados Unidos, ni la OTAN, ni el Gobierno ucraniano hubieran salido bien parados en el relato. A partir de este silenciamiento, las cancillerías y los grandes medios de comunicación occidentales cerraron filas en torno a una narrativa que situó a Putin en el papel de villano imperialista, al presidente Zelenski en el de héroe de la resistencia y a la tríada formada por Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea en el de organización protectora de los derechos del pueblo ucraniano. Fuera de este marco, cualquier pronunciamiento en favor de una solución diplomática del conflicto era acusado de hacer el juego a la propaganda rusa y condenado a la marginalidad.
4) Es evidente que este enfoque maniqueo tenía como objetivo justificar las sanciones a Rusia, el envío de armas y dinero a Ucrania, y el aumento del gasto militar para hacer frente a la supuesta amenaza que Rusia representa para la seguridad europea.
5) La UE podría haber aprovechado el protagonismo adquirido en el conflicto para posicionarse como un bloque de poder independiente de Estados Unidos y liderar un proceso de mediación diplomática que pusiera fin a la guerra. Tuvo la oportunidad de hacerlo, si hubiera aceptado un estatuto de neutralidad para Ucrania, que la mantuviera fuera de la OTAN, y reconocido los derechos nacionales de las auto-proclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbass. Sin embargo, optó por actuar como un apéndice político de la OTAN y participar abiertamente en la confrontación armada, a sabiendas de que se trataba de una guerra imposible de ganar.
6) Después de tres años de guerra, que pudo haberse evitado si el lenguaje de la diplomacia se hubiera impuesto sobre el de las armas, Ucrania se encuentra en una situación mucho peor que la que tenía antes de la invasión rusa. A pesar de la constante ayuda militar occidental, el país presenta un panorama desolador: una población diezmada por la muerte de miles de soldados y civiles; casi siete millones de personas en el exilio; una economía en gran parte colapsada; infraestructuras críticas gravemente dañadas; más de dos millones de hogares, el 10% del total, afectados o destruidos; y una quinta parte del territorio que reclama como propio bajo control ruso. ¿Dónde está el compromiso con la libertad de la nación ucraniana?
7) La emancipación del pueblo ucraniano nunca fue el objetivo real de Occidente. En realidad, la tragedia de Ucrania ha sido el precio impuesto al país para que Estados Unidos refuerce su complejo militar-industrial, afiance su autoridad sobre la UE, obligue a Europa a reemplazar el gas ruso por el gas licuado estadounidense –significativamente más caro– y promueva el rearme de los países de la OTAN. Mientras tanto, Rusia ha sorteado eficazmente el impacto de las sanciones occidentales, gracias a los beneficios obtenidos de su economía de guerra y la reorientación de sus exportaciones hacia Asia, y ha ampliado su territorio en el este de Ucrania, en una zona que considera clave para su seguridad.

8) En estas circunstancias, Estados Unidos ya ha ganado lo que tenía que ganar con la guerra. Así lo ha entendido la Administración Trump. Una vez fracasado el objetivo inicial estadounidense de debilitar a Rusia en Europa para poder enfrentar con garantías a China en el Indo-Pacífico, ya no es necesario financiar una guerra que sólo ofrece un estancamiento prolongado. De ahí, el giro de timón impuesto por la Administración Trump a la política de la Casa Blanca, iniciando un proceso de negociaciones directas con Moscú. Sin duda, un proceso que supone la confirmación de la victoria de Rusia, la claudicación de Ucrania y la reducción del papel de Europa al de mero vasallo de lo que la superpotencia estadounidense decida.
9) Como el propio Trump se ha encargado de poner de manifiesto, el acuerdo al que pueda llegar con Putin no será un acuerdo de paz en sí mismo, sino de reajuste geopolítico y colonial. Las cartas parecen estar echadas: Putin tendrá vía libre para consolidar el control sobre el territorio anexionado en Ucrania, mientras que Trump asegurará el libre acceso de las multinacionales estadounidenses a los minerales críticos ucranianos, que incluyen metales estratégicos (uranio, titanio, litio…), hidrocarburos y tierras raras, algo ya pactado con Zelenski, a cambio de ofrecer garantías de seguridad a Ucrania, aún sin formalizar. Está claro que la guerra en Ucrania nunca fue un asunto de derechos humanos, sino de geopolítica pura y dura y de oportunidades económicas.
10) La UE, excluida de las negociaciones, está pagando el precio de su vasallaje a Estados Unidos. En los últimos días, en sucesivas iniciativas diplomáticas, los líderes europeos han presentado a la opinión pública la fórmula con la que, supuestamente, pretenden afrontar semejante humillación: incrementar el gasto en armas, que es precisamente lo que Trump exige, y mantener el apoyo militar a Ucrania. No comment.
¿Hasta cuando los señores de la guerra seguirán imponiendo su ley a costa de la democracia, la paz y los derechos humanos?
Lo explicas muy bien. No tenía ni idea. ¡Muchas gracias!
Como bien dices, Estados Unidos da por amortizada la guerra. Una guerra que le ha beneficiado el tiempo que ha durado. El objetivo claro: debilitar a Rusia y a China. Sólo creo, y es mi opinión, que han conseguido debilitar un poquito a Rusia y por lo menos saber su potencial actual. Pero como siempre la banca gana, y sólo hay un ganador, EEUU.
Estados Unidos por medio de un presidente mediático y prepotente, sigue manejando el mundo a su antojo.
Saludos.
Buen análisis global.
Europa no existe (nunca ha existido) más que como mercado común.
Su dependencia de USA fue total desde 1945, de ahñi la existencia de la OTAN, pero 80 años después el mundo ha cambiado radicalmente, por más que los ratoncitos del viejo continente se pregunten sonámbulos quién les ha robado su queso.
La única oportunidad de una europa relevante (la que impulsó la Ostpolitik de Willy Brandt y la política de cooperación energética con Rusia de Merkel) fue saboteada consciente y planificadamente por todos los gobiernos norteamericanos de todos los colores (Reagan, Bush, Clinton, Bush hijo, Obama, Trump y Biden). Y dicho también por los británicos (con la cima del ninguneo a Europa que supuso la foto de las Azores de Bush, Blaire y Aznar).
Solo una observación: Trump es prepotente, sí, pero no más que todos y cada uno de sus predecesores. Me duele recordarlo, pero, al menos ha forzado un alto el fuego en Gaza. No pido a Europa que lo supere, pero es que ni siquiera lo va a igualar.