Lo que hoy es Israel, Gaza y Cisjordania pudieron haberse constituido, tras la Segunda Guerra Mundial, en un Estado unitario basado en principios democráticos. Pero la opción triunfante en la ONU en 1947 fue la de la partición del territorio en dos estados. Desde entonces, la construcción del “hogar nacional judío” ha supuesto la progresiva expulsión de la población palestina de sus hogares y sus tierras para asentar a colonos judíos, la reducción del Estado palestino a unos territorios, Gaza y Cisjordania, convertidos en auténticos guetos sometidos a la ocupación militar israelí y la instauración de un auténtico régimen de apartheid y terror fundamentado en la idea de la superioridad del pueblo judío, el pueblo elegido por Dios”, sobre el pueblo árabe-palestino. Sin esta situación de violencia institucional no se explica el resto de violencias que han jalonado la historia de lo que ha venido denominándose conflicto palestino-israelí.
De la violencia institucional a la contraviolencia en respuesta y de ésta a la represión o la guerra: es la espiral de la violencia. Sobre esta espiral se ha ido consolidando el edificio del Estado israelí actual, un estado armado hasta los dientes, principal potencia militar de Oriente Medio, que se escuda en la legítima defensa para justificar sus acciones criminales contra la población palestina. Los bombardeos que siembran en estos momentos la devastación en Gaza constituyen un acto de genocidio, un acto de genocidio más, perpetrado dentro del guión en virtud del cual el terror institucionalizado constituye el medio por antonomasia del Estado israelí para apuntalar su sistema de dominación colonial. No, no son dichos bombardeos un acto de autodefensa frente a Hamás, como señalan muchos grandes medios de comunicación occidentales. El propio desequilibrio de fuerzas lo evidencia. De hecho, si hay que tirar del hilo de la actual escalada, el inicio no está en los cohetes supuestamente lanzados por el grupo islamista a territorio israelí, sino en las protestas derivadas de las órdenes de desalojo recibidas en Abril por varias familias palestinas de Jerusalem Este a instancias de una denuncia de un grupo de ultra-derechistas judíos.
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